Un momento para el relax (libre)

Después de un largo y aburrido día como aquel, solo me apetecía ir a un buen local, tomarme una copa y relajarme. Por eso mismo decidí acercarme al Scape, mi pub favorito de toda la ciudad. Sólo esperaba que hubiera nadie dentro que me molestara, pues no me apetecía aguantar al típico gilipollas que te sueles encontrar en ese tipo de sitio. Pedí un whiskey doble con mucho hielo y me senté en una esquina de la barra a observar el ambiente. Una banda recogía su equipo mientras bajaba del escenario, y el ambiente estaba tranquilo. Apenas habíamos doce o trece personas en el lugar (sin contar al barman), y cada cual iba a su rollo. Una vieja balada cuyo nombre no lograba recordar se escuchaba de fondo. El ambiente perfecto para relajarse y disfrutar de una buena copa.

Terminé mi copa y pedí otra. En aquel momento, una rubia que me sonaba bastante entro en el lugar. Me dí cuenta de que todos los babosos del lugar no dejaban de mirarla con cara de salidos, y se me dibujó una disimulada sonrisa en la cara. Cuando la rubia se acercó un poco mas a la barra, la reconocí: era Marie Hoffman, una de las alumnas de la academia, aunque en realidad no tenía ni idea de que estudiaba. Aunque solo había hablado con ella un par de veces, era una de las personas que mejor me caían de la academia, así que, aunque me apetecía más estar solo, decidí acercarme a saludarla.
-¿Cómo es posible que una señorita como usted esté sola en un lugar como éste?

- No tenía ninguna necesidad de ahogar mis penas hasta que tu culo de negro entró aquí dentro. Y sobre esos cabrones... casi que prefiero ahorrarme el comentario. Además, esa canción la sacaron del cubo de basura de mi habitación cuando decidí cambiar el nombre del grupo y expulsarlos. Pero tienes suerte, hoy me pillas de buen humor. Te invito a una copa. Que, leches, os invito a los dos.

-Sí, pasando casi todo el día en un sitio como la Hardest es normal que necesites despejarte. Pero no sé, creo que este sitio puede ser peligroso para una chica como tú si va sola, te puedes encontrar a cualquier tipo como yo. Pero en fin, dejémonos de chistes malos. ¿Sabéis si esta noche actuará alguien más por aquí? Necesito animarme un poco - le pegué un trago largo a la bebida - esa panda de niñatos imberbes de la Hardest me tienen harto.

-¿Me está retando, señor Cheikh Makenna? - una sonrisa se dibujó en mi cara - ¿quiere que patee su culo de negro y le deje en ridículo delante de esta señorita y de toda esta gente? Pues usted lo ha querido. Pero antes... - me terminé mi tercera copa - oh, así está mucho mejor. No me hechéis mucho de menos, pequeños melocotones - y salí pitando a por mi equipo

Estaba hasta las narices de aquella vida que llevaba. Cada día acariciaba la idea de quitarme la vida, decir adios para siempre a aquella tortura. Simplemente dejar que los recuerdos de un amor que ya no estaba y no volvería se esfumaran.
Me pasé la mano por la cara y me di cuenta de que lloraba. Las lágrimas se escapaban de mis ojos, se deslizaban por mis mejillas y después se suicidaban al llegar a mi mandibula.
Habría deseado ser como ellas, poseer una vida tan efímera y breve que no importara. Que nadie me echara de menos cuando faltara...
Y de hecho... más o menos era así, a nadie le importaría mi muerte... pero no quería faltar a la firme promesa que había hecho...
Me senté junto a un árbol y saqué el violín del estuche negro.
Sentí la esencia de la persona que más había amado cuando acaricié la madera del violín y sin más, me lo puse al hombro y comencé a ponerle a cada nota mi alma, sabiendo que aquel instrumento era el favorito de ella.

(oh remierda =_= me acabo de dar cuenta de que queria postear en el parque ese raro e.e... xDD perdon --")